
1.- Si en los anteriores partidos la selección de Brasil se había mostrado netamente superior, siempre tenía ciertos momentos en los que les costaba hacerse con el control del partido, ya fuera por el buen hacer de su rival o por la poca intensidad que empleaban por el resultado favorable casi definitivo. Hoy, en Saint James’s Park, Brasil no ha jugado a un nivel estratosférico, no ha enamorado a los espectadores, pero no ha sufrido en ningún momento y ha tenido el encuentro en la mano desde el pitido inicial hasta que el árbitro decidió que había llegado el final.
2.- Como era de esperar, después de conseguir la clasificación matemática para cuartos y tener el primer puesto asegurado de forma virtual, Mano Menezes aprovechó para refrescar un once que va a disputar prácticamente todos los minutos que le queden a la Canarinha de aquí al final de los Juegos Olímpicos. Cuatro jugadores habituales se sentaron en el banquillo para ver cómo Gabriel, Alex Sandro, Lucas y Danilo tenían una oportunidad de demostrar que el seleccionador puede tirar de ellos cuando lo crea oportuno. También se produjo un cambio en la posición de ariete, donde Leandro Damião volvió a ser el ‘9’ que lleva en su camiseta, por encima de Alexandre Pato, espectador en Newcastle.
3.- Los cambios se han producido, como se vislumbra por los nombres de los jugadores introducidos, en el medio del campo y en la delantera, además de en la portería. No estaba Rómulo, tampoco jugó Óscar y el inapreciable Hulk (futbolísticamente hablando en estos JJ. OO., físicamente se aprecia sobradamente). Lo que no varió, curiosamente, fue la defensa. La zaga es la zona más débil hasta ahora de la selección brasileña, como demuestran los tres goles encajados en los dos choques precedentes: 2 hechos por Egipto y 1 por Bielorrusia. Que Rafael, Thiago Silva, Juan Jesús y Marcelo comenzaran el tercer partido sólo puede significar una cosa: Menezes quiere que aprendan a jugar juntos, que se entiendan entre ellos y que limen las emergentes asperezas que demostraron en los días anteriores. O puede también que sea un simple castigo por sus fallos.