sábado, 28 de julio de 2012

Valentina siempre será de oro

Publicado en el Magazine de Martí Perarnau.

Londres se acaba de despertar de un sueño de una noche de verano. El pebetero de pebeteritos ardió en medio del Estadio Olímpico para inaugurar oficialmente los XXVII Juegos Olímpicos de la historia moderna. La pista estaba envuelta en una fiesta inigualable que empequeñecía a la mayoría de ceremonias de apertura anteriores a la del 27 de julio de 2012. Miles y miles de atletas desfilaron ante el público londinense para mostrarse al mundo como defensores de la causa de su país. Cientos de banderas diferentes ondearon al viento mientras el britpop retumbaba en los oídos de los asistentes, cuyos asientos cobraban vida en forma de luces de colores.

Para Valentina Vezzali no era nada nuevo pasear por un estadio el primer día de unos Juegos. De hecho, es ya una auténtica experta en la materia, habiendo hecho el mismo recorrido en cinco estadios de cinco países en cinco ediciones diferentes. Lo que era novedoso y honroso para ella era ser la primera italiana que aparecía ante el público por ser la portadora de la bandera tricolore. El CONI reconoció sus éxitos deportivos nombrándola abanderada de la expedición transalpina. Una carrera que pudo vivir su último momento álgido en el día de hoy, pero que se llevó un revés con sabor a metal de baja estima.

Maria Valentina Vezzali nació el día de los enamorados de 1974. Nunca se sabrá si fue por la intercesión de San Valentín o simple casualidad pero el amor de la italiana siempre fue el acero de las espadas. Cuando a los seis años sus padres le dieron una espadita (esperemos que estuviera roma, por el bien de la niña y sus compañeros) y le empezaron a enseñar cómo esgrimirla, no podían ni imaginar que aquel momento cambiaría su vida para siempre y la llevaría por el camino del oro, por la senda de los campeones.

Valentina empezó pronto a enseñar al mundo sus habilidades en la esgrima, logrando tres títulos mundiales en la categoría cadete. Ya en Sub-20 logró una medalla de bronce. Al año siguiente se superó y logró una plata que se convertiría en oro en 1993, lo que se repetiría también en 1994. La Copa del Mundo fue suya durante tres años. Con 18 años estuvo muy cerca de debutar en los Juegos de Barcelona, pero el seleccionador no contó con ella… aún.

La esgrima es un deporte que históricamente ha dado a Italia grandes éxitos deportivos y son una de las principales opciones a medalla cada vez que se disputan un torneo mundial o unos Juegos Olímpicos. No era la primera vez que una floretista tenía el honor de llevar la bandera del país en unos Juegos. En 1996, la primera gran reina del florete italiano, Giovanna Trillini, nacida en Jesi, mismo pueblo de Valentina, fue la encargada. Aquel año se produjo el principio del cambio de ciclo en la esgrima italiana. Porque Valentina disfrutó de su primer desfile olímpico en Atlanta, dando así el pistoletazo de salida a una carrera fulgurante que la ha convertido en una de las mejores esgrimistas de la historia, sino la mejor. Con sólo 22 primaveras vio cómo se le escapaba el oro en la final de florete individual, su especialidad. Tuvo que conformarse con la plata, pero sí subió a lo más alto del podio en la categoría por equipos.

El empeño y la determinación la caracterizan firmemente, haciendo de ello su modo de vida. Su objetivo era ser campeona olímpica, después de serlo ya del mundo. Llegó a Sidney como la principal candidata al oro y no defraudó. Valentina se llevó dos oros del otro lado del mundo, logrando culminar una carrera que ya en aquel momento estaba plagada de éxitos.


Pero con sólo 26 años no iba a dejar de ganar, todo lo contrario. De ahí fue paso a paso hacia la cúspide de la esgrima italiana y mundial. Hasta llegar a Londres, Valentina ha conseguido diez Copas del Mundo, seis Campeonatos Mundiales y consiguió llevarse también el oro en los JJ. OO. de Atenas y de Pekín, lo que la convertía en la italiana con más oros de la historia. Desde 1996 es la número uno del ránking mundial de la disciplina y sólo Valentino Rossi la supera como el deportista italiano con más victorias en su carrera.

Aun así, después de una carrera llena de alegrías y buenos momentos, a pesar de la experiencia y los títulos, después de ver cómo una compatriota la alejaba de su cuarto oro olímpico, Valentina se arrancó el casco, explotó de felicidad, dirigió su mirada al suelo de la pista de la Caja de Cobre de Londres, y la besó por haber conseguido la medalla de bronce. No era para menos. La decepción de perder la semifinal contra Arianna Errigo estaba latente. No había pasado ni media hora después de la derrota y tenía que luchar por un premio menor contra la misma mujer con la que se jugó el primer puesto en Pekín: Hyun Hee Nam. La coreana se estaba tomando su particular ventaja. Después de un parcial de 6-0, Nam estaba a pocos segundos del bronce. El orgullo brotó por las venas de Valentina, que comenzó a remontar. Pero un último punto de la asiática hacía que todo el esfuerzo pareciera efímero. El resultado era de 12-9 a falta de nueve segundos para la conclusión del tercer asalto. Valentina consiguió empatar el duelo, que se llevó al tiempo extra. No importa que fuera ‘solo’ bronce; da igual que no se llevase su cuarto oro individual, el sexto en total. Valentina Vezzali sigue siendo la reina de espadas.

- Foto: London2012.com

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