El extremo del Bayern consiguió arrebatar la gloria al Real Madrid, su ex equipo, en el Bernabéu y ahora tiene ante sí la ocasión de hacer lo propio con el Chelsea.
Caía la noche sobre Madrid. La capital española estaba distinta a cualquier otro sábado. En un bar de la ciudad se podía ver a un turista alemán ataviado con una zamarra roja y una bandera de igual color con un vaso de cerveza en la mano. Si se seguía paseando, un madrileño se topaba también con un grupo de chicos de Milán vestidos de negro y azul, probablemente cantando letras que se suelen oír en el estadio Giuseppe Meazza cada vez que juega el Inter. Esa tarde se disputaba en el Bernabéu la final de la Champions League. A varios jugadores les era muy familiar ese estadio, sabían que el autobús de su equipo entraría por la calle Padre Damián y reconocían el olor del césped. Dos de ellos lo tenían muy reciente.
