Publicado en ElMundo.es
- Muchos no quisieron quedarse hasta el final para no ver la goleada.
- Mañana los jugadores italianos serán recibidos con honores de campeones en Roma.
Cuando el árbitro del partido dio la orden de comenzar la gran final de Kiev, cientos de miles de ‘tifosi’ copaban las muchas plazas en toda Italia en las que estaban preparadas enormes pantallas gigantes para disfrutar de un encuentro que quizás al principio del torneo pocos de ellos tenían en mente. El ambiente era festivo, al estilo de las grandes celebraciones como puede ser la fiesta de fin de año o el día de ‘San Giovanni’, cuando los italianos salen de sus casas para disfrutar del encuentro con familiares y amigos. Aunque el objetivo común era esta vez apoyar a la ‘Nazionale’.
En los primeros minutos, las caras de la gente recogían la tensión interna, los nervios propios del momento, y las uñas iban poco a poco menguando cada vez que se acercaban a la boca. Aun así, a pesar de la impaciencia, las banderas tricolores ondeaban sin cesar, mientras que el cántico ‘forza ragazzi’ era lo que más se oía, más que la propia retransmisión del partido en las pantallas, a cargo de la RAI.
Pero con el gol de David Silva la sensación de alegría y jolgorio inicial fue desapareciendo progresivamente del rostro de los aficionados. Otros, muchos todavía, seguían con el ánimo suficiente para sonar sus trompetas y entonar sus cánticos. Cada acercamiento al área de Iker Casillas era un clamor popular. Se produjo un grito de gol contenido cuando Cassano se sacó ese potente pero centrado disparo que repelió el capitán español. La moral seguía intacta, la gente seguía teniendo ‘fiducia’, tenían fe en su equipo. “Pirlo va a aparecer y a resolver esto” decía un aficionado.