sábado, 11 de agosto de 2012

Simplemente México fue mejor

Publicado en el Magazine de Martí Perarnau.


1.- Brasil empezó el partido ya perdiendo contra México. Cierto es que las reglas del fútbol obligan a comenzar todos los partidos del deporte rey con igualdad entre ambos equipos, pero hoy en Londres no fue así. Y no lo fue no porque Oribe Peralta se encontrara un regalo de la defensa brasileña a los treinta segundos. No, eso es algo secundario que si no hubiera ocurrido justo al principio del encuentro, habría llegado con el paso de los minutos.

2.- Brasil empezó perdiendo por su nombre, por sus títulos y por los jugadores con los que ha contado. El favoritismo brasileño evitó que el público general se fijara en el rival de la gran final, un equipo que viene de ser campeón del mundo Sub-17 y medalla de bronce en el Mundial Sub-20. Esa superioridad en el papel pareció contagiarse a los jugadores de Mano Menezes, que está probablemente ultimando los papeles para la rescisión de su contrato con la Confederación Brasileña de Fútbol.

3.- Brasil salió al campo con los normales nervios previos de una final. Esos nervios que se convierten en adrenalina una vez que el árbitro pita el comienzo del partido siguieron en su estado inicial durante una cantidad de minutos bochornosa para los aficionados de la Canarinha desplazados a Londres. El reflejo fundamental del insufrible estado de ánimo brasileño es la pérdida de balón de Rafael a los 20 segundos del encuentro. El lateral del United pasará a la historia como uno de los principales culpables por la derrota, pero la pérdida de balón no es totalmente culpa suya. Durante varios segundos y tras levantar la cabeza una y otra vez, Rafael no encuentra ningún apoyo liberado para servirlo y tiene que arriesgarse a soltar la pelota ante la presión de dos mexicanos. El final de la historia la escribió Peralta.



4.- Ese tipo de acciones como la pérdida de balón de Rafael dejan entrever una falta de empaque en la plantilla brasileña muy preocupante. Si hay algo que ha diferenciado principalmente a ambos conjuntos es la conjunción como equipo de uno y otro. Mientras México es un grupo de jugadores acostumbrados a jugar juntos desde hace años con unas ideas y un estilo de juego bien marcado por Luis Fernando Tena, Brasil es una mezcla de jugadores con mucha clase y calidad individual envidiable que sufren irremediablemente para entenderse sobre el césped. Y no es algo nuevo, no es culpa de Menezes, o al menos no es sólo culpa suya.

5.- En lo que sí tiene absoluta responsabilidad el seleccionador brasileño es en la alineación dispuesta en el partido de hoy. A pesar del mal juego y la exasperante falta de fluidez ofensiva que se vio contra Corea en semifinales, Menezes repitió el mismo once, confiando en esos hombres que aunque no jugaron bien, consiguieron mantener la racha de victorias con tres goles a favor. Pero la posición de Alex Sandro en la medular no aporta nada al juego de Brasil. En la creación, el jugador del Oporto demuestra su falta de costumbre a la posición, sin entrar a participar en la creación del juego y dejando espacios normales para un lateral que juega de interior. Pero el principal inconveniente de este 4-3-3 es el desaprovecho de Oscar tirado en banda. Ahí no es la principal opción de pase para sus compañeros, no crea superioridad en el medio y, lo peor, no se asocia con Neymar.


6.- La rectificación de Menezes era tan obligada como dolorosa para Alex Sandro. A los treinta minutos salió del campo con gesto de incredulidad y desdén dirigidos hacia su entrenador. El elegido para reflotar la final fue Hulk, selección extraña e ilógica teniendo en cuenta que el propio seleccionador lo había sentado por no aportar prácticamente nada en el juego de ataque brasileño en los primeros partidos. Aun así, la entrada del jugador con nombre de superhéroe cambió la cara a Brasil. Desde ese momento los suramericanos pasaron a controlar el partido, de forma que se acercaban más a la portería de Corona pero todavía con una falta evidente de convicción y ausencia de ideas. Pero con otra cara.

7.- El primer tiro entre los tres palos de Brasil fue en el minuto 20. Fue un suave lanzamiento de Oscar con la izquierda rodeado de rivales tras recibir de Damião. Lo increíble es que fue prácticamente la única vez que intervino José Corona, portero azteca, en todo el encuentro. México estaba muy cómodo. No conseguía ser incisivo en ataque, pero realmente no lo necesitaba, pues ya tenía la ventaja en el marcador que le servía. El 4-4-2 de Tena cerraba los espacios en el primer cuarto de cancha propia, juntando a Salcido y Enriquez con los dos centrales, lo que dejaba a Brasil sin opciones de entrar por el centro, a lo que unía su mínimo interés en percutir por las bandas. Una vez conseguido frenar el ataque brasileño, a México no le costaba salir a la contra, lanzada por uno de los centrocampistas que siempre encontraba arriba a Fabián o Peralta. Ambos delanteros recibían con cierta comodidad y en muchas ocasiones conseguían abrir hueco en la defensa brasileña.

8.- El empuje brasileño no fue más allá de precisamente eso: insistencia, intensidad y autoobligación para buscar el empate. Cada minuto que transcurría en el electrónico de Wembley convertía a los delanteros brasileños en más individualistas olvidando la máxima del fútbol que dice que se juega con diez compañeros. Y aunque la prensa española asegura que Neymar es puro individualismo, el ‘11’ fue el único que mantuvo en la cabeza la idea de asociarse con los demás. Cada decisión que toma tiene un objetivo. Si Neymar regatea es porque no tiene opción clara de pase, al igual que cuando dispara. Y luego, cuando cede el esférico, lo hace con precisión e inteligencia. En el minuto 92 y con 1-2 en el marcador, en vez de colgar el balón al área buscando algo, levantó la mirada y le mandó un pase de 40 metros al pie de Hulk, abierto en banda derecha. Oscar estuvo cerca de empatar, se lo hubiera merecido por su torneo, pero no así su equipo.

9.- Y no se lo merecían porque no hicieron nada para merecerlo. En otros partidos de este calibre se habla de mala suerte para el equipo grande, que sufrió afortunados goles del rival y no consiguió aprovechar sus oportunidades. Pero la verdad es que Brasil no creó ocasiones, prácticamente no disparó a portería. De hecho, el segundo disparo entre los tres palos fue el gol de Hulk en el minuto 90 y vino por un pase largo sin dirección clara cuyo bote sorprendió a la defensa mexicana y dejó solo al delantero.

10.- En todo momento parecía más cercano el segundo gol de México que el empate verdeamarelo. Las contras aztecas fueron cada vez más seguidas, más continuas, inmediatas a una pérdida de balón rival. Cada pelota que recibían Fabián o Peralta era un suplicio para la defensa brasileña, asqueada por el resultado y cada vez más inoperante. Especialmente Rafael, que eligió el peor día para hacer el peor partido. El culmen fue el taconazo en campo propio que supuso pérdida de balón y falta peligrosa para México. La bronca de Juan Jesús y la respuesta aireada del lateral fue la peor imagen de un Brasil perdido. El segundo tanto de Peralta también llegó de una falta, pero del perfil contrario. Hulk pierde la marca y el delantero cabecea sólo en el primer palo. Otro fallo defensivo más.

y 11.- México se lleva el oro por un motivo muy simple: fue mucho mejor. Supo qué hacer en todo momento, teniendo muy claro cuáles eran los objetivos previamente marcados por el técnico y todo ello lo hizo sin su estrella, Giovani Dos Santos, lesionado en las semifinales contra Japón. La generación mexicana apunta alto con el oro olímpico y querrá confirmarlo en el Mundial 2014, aquel en Brasil. Los futuros anfitriones tendrán mucho que cambiar para entonces, mucho que madurar. Hoy no ha sido una derrota más, ha sido un palo muy duro. El sueño del oro en unos Juegos tendrá que esperar también a que llegue a casa, en Río 2016.


México-Brasil (Torneo de fútbol masculino JJ. OO. Londres) Final. 11-agosto-2012. Estadio Wembley de Londres. 2-1 (Peralta, Peralta, Hulk).

- Fotos: London2012

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