A pesar de ser uno de los mejores mediocentros de la Premier, el jugador del Manchester United nunca ha sido considerado uno de los grandes en su posición.
Hoy es uno de esos días en los que la información y la opinión futbolística se centran en un equipo y/o jugador que, por méritos propios sobre el césped, se ha ganado la admiración y los halagos de muchos. El miércoles el protagonista de la jornada fue indudablemente Lionel Messi, que se convirtió en el primer jugador en anotar cinco goles en un partido de la Champions League. Ayer fue el Athletic Club el que se dejó a media Europa con la boca abierta después de ofrecer un soberbio espectáculo en un campo tan histórico y respetado como Old Trafford y ante un rival imponente, un grande del Viejo Continente como es el Manchester United. Los rojiblancos no sólo le quitaron el balón al equipo de Sir Alex Ferguson, además jugaron al fútbol como pocos equipos son capaces de hacer, raseando y tratando con mimo el cuero, con una entrega individual de cada futbolista que llevó al colectivo a niveles sólo vistos en Europa al Barcelona de Pep Guardiola.
Además del mérito que tuvo el Athletic por el juego alegre y ofensivo por el que apostó, también contribuyó claramente el demérito de los red devils, que vieron inoperantes el festival futbolístico que desarrolló su adversario. Con el once por el que se decidió Ferguson, se podía prever que la intención del United no era tener la bola y buscar al equipo de Bielsa, sino todo lo contrario. Es decir, esperar bien juntos atrás y buscar las contras con Ashley Young, Wayne Rooney y 'Chicharito' Hernández arriba para salir con velocidad. El escocés sacó como pareja de pivotes a Phil Jones y Ryan Giggs, un centro del campo que por las características de ambos, dejaba la faceta de creación al galés, ya que Jones es un central reconvertido y sus cualidades técnicas no son muy extensas. El resultado fue que la medular bilbaína se comió de forma casi literal a la inglesa, que no podía frenar los rápidos y precisos toques de los centrocampistas del Athletic y, cuando lo hacía, no era capaz de tocar el balón para buscar la portería de Gorka Iraizoz.
Al dejar a Michael Carrick en el banquillo, Ferguson perdía criterio, control y salida del balón, y lo sabía. Por ello recurrió al '16' para intentar apaciguar a los leones durante la segunda parte. La entrada de Carrick en el minuto 54 de partido sustituyendo a Smalling, provocó los mejores minutos locales en todo el partido. El ex del Tottenham dio equilibrio al centro y fue un mejor socio para un Giggs que se vio sobrepasado durante el primer acto aun rayando a un gran nivel. El United gozó de varias ocasiones precedidas de acciones controladas y organizadas, no como sucedía en la primera parte, donde buscaban los balones largos a los tres de arriba, que ya se apañarían.
El problema de Carrick en el United no es de condiciones, que las tiene de sobra, pero entre lesiones y la competencia en un puesto en el que el equipo anda muy perdido desde hace mucho, no ha tenido continuidad para alcanzar un rendimiento regular. No es el primer jugador al que le pasa, desde luego.
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