
1.- El 3 de marzo de 1999, Europa vio nacer a una estrella. El Bernabéu sufrió a un chaval llamado Andriy Shevchenko, autor de un gol que ponía en ventaja al Dinamo de Kiev en los cuartos de la Champions League. Dos semanas después, el mismo delantero ucraniano se encargó de cerrar la eliminatoria para meter a su equipo en unas históricas semifinales. Hoy, trece años después, Shevchenko ha vuelto a ser el héroe de todo su país.
2.- Los nervios de ‘Sheva’ en la banda esperando el pitido final después de ser sustituido parecen exagerados, en definitiva sólo es una victoria. Pero significan mucho más que eso. Ucrania es un equipo en una decadencia evidente que, de no ser anfitrión, podría muy probablemente no haber disputado la Eurocopa. Además, estar en la fase de grupos con Francia e Inglaterra hace pensar que la clasificación es poco menos que imposible. Pero tras remontar a Suecia, el rival más débil de los otros tres pero superior a los ucranianos, están a un triunfo de los cuartos. Los jugadores vestidos de amarillo eran conscientes de la importancia del duelo y por ello estuvieron con una intensidad muy superior durante la mayor parte del choque.
3.- A pesar de la teórica superioridad sueca en el papel, los hechos demostraron que su dependencia en Ibrahimovic roza el extremo. Cada jugada de peligro tenía que pasar obligatoriamente por el delantero del Milán, aumentando el descontento de Ibra con sus compañeros cada vez que el balón no le llegaba a su gusto. Pero lo cierto es que las únicas jugadas de peligro que crearon eran en gran parte gracias a él. Ni Källström ni Elm correspondieron el esfuerzo de Ibra, que muy probablemente será criticado por falta de implicación, algo que en mi opinión le sobró.