jueves, 27 de septiembre de 2012

Un amigo para Sneijder


La temporada 2009-10 supuso para el Inter de Milán pasar de una plantilla potente en Italia pero intrascendente en Europa hacia un equipo poderoso, rocoso y pentacampeón. Aquel conjunto se creó a la imagen y semejanza de su líder tanto dentro como fuera del campo, José Mourinho. El portugués consiguió hacer olvidar la marcha de Zlatan Ibrahimovic juntando la mejor generación de talentos que ha visto el Meazza en muchísimos años. Los focos solían apuntar al sustituto directo del sueco en el puesto de referencia ofensiva, Samuel Eto’o, pero aunque su papel fue fundamental en el desarrollo del juego colectivo, hubo dos hombres que destacaron por su rendimiento muy superior a la media: Diego Milito y Wesley Sneijder.

El ‘Príncipe’ fue el héroe absoluto de los tifosi al marcar en todos los partidos trascendentes de la temporada: la ida de las semifinales de Champions contra el Barcelona, el día de la consecución del título de la Serie A en Siena, en la final de la Coppa Italia y, sobre todo, su doblete en la final del Bernabéu contra el Bayern Munich.



Pero el hombre por el que pasaba todo el juego, todo el fútbol, era Sneijder. Su papel desde que llegó al Inter fue servir de enlace entre el centro del campo, generalmente pétreo y escaso de imaginación, con la delantera, puesto que ha ocupado Milito en casi todo momento. El ex madridista aporta magia, da al equipo una velocidad de pensamiento y ejecución de la que carece sin él y añade un pie derecho portentoso a un repertorio interista cada vez más parco e inocente.

La temporada pasada fue la peor físicamente hablando para el holandés. Tan sólo se vistió de corto veinte veces en la Serie A, a lo que añadió otros cinco encuentros en la Champions League y tres en Coppa Italia. Un total de 28 encuentros para un jugador acostumbrado a jugar con su club al menos unos cuarenta partidos por curso futbolístico. Durante su prolongada ausencia, el Inter fue un monstruo sin cabeza. Deambulaba como buenamente podía por los estadios italianos sin dirección fija, rescatando puntos de donde podía con goles a balón parado, rebotes, acciones esporádicas… y sobre todo gracias a Diego Milito.

Sin Sneijder, el Inter no tiene alma. El nuevo proyecto de Stramaccioni prometía devolver al menos parte de la alegría perdida a la parte nerazzurra del Giuseppe Meazza, pero le ha faltado la guinda que corone un pastel con mejor pinta que sabor: un amigo para Sneijder. Un jugador capaz de ayudar al holandés a crear el fútbol vistoso que le gusta, en el que apoyarse para evitar que el equipo se caiga. Un hombre que pueda aliviar el vacío de calidad que sufre el Inter cuando Sneijder no está. Ese futbolista sería el encargado de bajar a campo propio para sacar el balón jugado con un mínimo de criterio para llevárselo en perfectas condiciones a Sneijder. No se trajo en verano, pero todavía hay tiempo. Conviene comenzar la búsqueda. Se deberá mirar en el mercado, en la cantera, donde haga falta, pero hay que buscarle un colega a Sneijder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario